“Aprender sin pensar es inútil; pensar
sin aprender es peligroso” – Confucio
Pensador y carpintero chino. Confucio dejó un legado de cientos de años que se puede presenciar en la cultura oriental. Una persona que buscaba siempre lo racional y veneraba la virtud personal sin el perfeccionismo.
Su filosofía decía que vivir la vida se convierte para cada individuo en un reto cognitivo y anímico permanente. Afirmaba:
«A los quince años, mi voluntad se aplicaba al estudio; a los treinta estaba firme; a los cuarenta no tenía dudas; a los cincuenta conocía el Mandato del Cielo; a los sesenta podía escuchar las verdades sin dificultad; a los setenta podía seguir lo que mi corazón deseara, sin hacer el mal.
Para confucio el proceso de aprendizaje es vitalicio (aprendes de por vida).

La ética confuciana reta a calificarse en 3 virtudes fundamentales:
La sabiduría
Lo que te ayuda a mantener un equilibrio. Práctica de la razón.
La benevolencia
Lo que te permite entender al otro. Práctica de la bondad.
La valentía
Lo que te permite mantenerte consciente. Ver injusticias.
Imagina aplicar cada característica en tu vida como aprendiz y profesor. Sería una tripleta muy interesante.
Esta filosofía se basa en el entendimiento de la felicidad a través de la comprensión y práctica de las buenas virtudes. La disciplina, solidaridad y paciencia son apreciadas de igual forma. También el humanismo y el respeto a una forma de autoridad hacen parte de este pensamiento.
El objetivo de esta entrada fue dar a entender algunas características de esta corriente que podrían ser aplicadas al contexto educativo. En el futuro me gustaría describir más esta filosofía.
Finalmente, me quedo con esta frase del señor confucio:
No importa cuán lento camines siempre y cuando no te detengas.